Aquí en Rotterdam hace ya unas semanas que no pasamos de los 10ºC, y vamos camino a no pasar de los 5 en una buena temporada. Así que en previsión de un frío invierno me he hecho fuerte en la cocina con un paquete de miso blanco que me apaña una sopa en un plis-plas. Y es que ¿a quién no le apetece una reconfortante sopa de miso con quinoa? 😀
El miso, el saborizante oriental
El miso es una pasta de soja fermentada que se utiliza mucho en la cocina oriental para dar sabor a sopas y otros platos. Su preparación consiste en cocer los granos de soja, triturarlos y fermentarlos en unas cubas poco profundas con koji, sal y un poco de miso del lote anterior. En su elaboración tradicional, el miso puede dejarse fermentar durante meses o años. Durante este tiempo, los microorganismos presentes en la mezcla irán rompiendo los diferentes compuestos de hidratos de carbono, proteínas y grasas dando lugar a una mezcla compleja de sabores y aromas.
A la sopa de miso tradicional se le incluye dashi (caldo de pescado japonés) y tofu. Pero en realidad, se le puede añadir tantos ingredientes como la imaginación permita.
Y la quinoa, el pseudocereal de moda
La quinoa se ha convertido en ese ingrediente con el don de la ubicuidad. Desde hace años lleva apareciendo en numerosos recetarios en internet, en libros y revistas, y no son pocos los que elevan a esta planta al Olimpo de los alimentos saludables. Y no es para menos. Pese a que no soy muy fan de ese concepto de «superfood» o «superalimento«, la quinoa tiene un mayor contenido en proteínas de alta calidad que el resto de cereales y leguminosas, su perfil graso es predominantemente insaturado (es decir, contiene grasas conocidas como cardiosaludables), además de aportar hidratos de carbono complejos, fibra, vitaminas y minerales. Si quieres saber más sobre la quinoa, aquí te dejo un artículo que escribí hace tiempo para Webconsultas.
Sopa de miso con quinoa, combinando Oriente con Latinoamérica
He de confesar (con los ojos tapados por una franja negra 😛 ) que soy objetivo fácil para estos ingredientes «exóticos», aunque ahora con la globalización cada vez es más sencillo conseguirlos. Lo admito, siento una especial atracción fatal por tenerlos en casa. El problema es cuando llega el drama de cómo utilizarlos. Y es que el origen de la idea de esta receta no fue el miso ni la quinoa. Era una salsa de cacahuete de Surinam, una ex-colonia holandesa conocida como la Guayana Holandesa que encontré en un súper hace poco. De hecho, es muy habitual encontrarse restaurantes con este tipo de cocina e ingredientes en tiendas especializadas.
Os aclaro que la salsa de cacahuete surinamesa pica más que la propia vida, así que si conseguís haceros con un bote, id con cuidado con la cantidad que ponéis. Como imagino que será complicado dar con este ingrediente para muchos de vosotros, podéis sustituirla por una salsa de cacahuete normal y corriente, y añadir un poco de picante si la queréis peleona.
Espero que os guste la receta y si la hacéis, no os olvidéis de decirme qué os parece!
Gracias por leer.
- 100 g de quinoa
- 200 g de gambas peladas
- 100 g de shiitake
- 50 g de cebolla
- 200 ml de leche de coco
- 2 huevos
- 1 cucharadita de salsa de cacahuete picante
- 2 cucharadas de miso blanco
- 2 cucharadas de aceite de oliva
- 1 diente de ajo
- Preparar todos los ingredientes: picar el ajo y la cebolla, limpiar las setas con un paño húmedo, cortarlas en láminas, y picar la mitad de las gambas (reservar el resto enteras).
- En una olla de unos 2-3 litros calentar el aceite de oliva y dorar el ajo y la cebolla. Añadir a continuación el shiitake laminado y remover un par de minutos. Incorporar las gambas (cortadas y enteras) darle un par de vueltas con la cuchara y reservar en un bol la mezcla.
- En la olla, añadir de nuevo un litro de agua y la leche de coco. Llevar a ebullición, añadir el miso y remover.
- Añadir la quinoa y hervirla durante 10 minutos. A continuación añadir la mezcla de setas y gambas y dejar cocer un par de minutos mas.
- Batir los dos huevos en un bol y hacer una tortilla francesa en una sartén antiadherente. Sacar la tortilla y cortarla a tiras finas.
- Añadir las tiras de tortilla a la sopa y apagar el fuego. Corregir de sal y añadir cebollino y/o perejil para decorar.
Como me gustan tus fotos Raquel! Espero que ya esté aclimatada al clima de Rotterdam. Un abrazo!
Muchas gracias Javier!!! 🙂 Lo del aclimatamiento lleva su tiempo, no te creas, que el frío es muchísimo, pero me voy apañanado! ;P Besote!
Hola Raquel,
Qué frio tan bárbaro y qué sopa más exótica 😀 Una combinación perfecta.
Yo soy fan de la quinoa, así que intentaré buscar el miso para preparar esta sopa que se ve muy rica.
Saludos.
Gracias Natalia! Yo también soy fan, de hecho hoy he cenado quinoa con verduaras! 😀 El miso lo puedes encontrar en tiendas tipo gourmet o en supermercados orientales. Un abrazo y gracias por pasarte por aquí!
Hola Raquel! Nos encanta tu web, te hemos hecho una pequeña reseña en nuestro blog enlazando esta receta. Enhorabuena por la web, sigue así! 😀
Oooh!! Muchísimas gracias!! 😀 comentarios así animan a seguir publicando!! Un abrazo a todo el equipo de Ecorganic!
La he hecho hoy para comer y está buenísima! además de ser muy saciante.
Gracias Paloma!! Qué bien que te haya gustado, un abrazo!!