
El frito mallorquín es una de esas recetas que la cocina de aprovechamiento ha elevado a mi lista particular de platos favoritos. Yo no sé qué tiene este tipo de cocina que me gusta tanto, será su simpleza, la riqueza de los ingredientes o la demostración de que el hambre agudiza el ingenio culinario. Sea como sea, el frito mallorquín es de esos platos que debes probar si visitas la isla (y te gustan las vísceras). Si no es así, siempre puedes preparar esta versión vegana. Pasen y vean!
Mi primer frito mallorquín chispas
La primera vez que hice frito mallorquín fue hace ya casi 5 años. Ocurrió un puente de diciembre en mi querida isla, donde pude participar en la elaboración tradicional de un frito de asadura. Este tipo de frito es el que se hace con casquería de cordero, léase pulmones, hígado y corazón. Existe también el frito de “matanza”, que es el que se elabora durante la matanza del cerdo, o el frito marinero, que suele llevar sepia y algún que otro fruto del mar.
Como comentaba más arriba, el frito mallorquín es el resultado de la cocina tradicional de aprovechamiento de la isla de Mallorca. En una época donde los recursos eran más bien escasos y una familia criaba un cerdo para ser el sustento durante el largo invierno, crear un plato con los restos más perecederos del animal (es decir, las vísceras) era una ingeniosa idea para alimentar a la familia durante el día de la matanza.
Además de la casquería pertinente, el frito lleva una buena base de verduras de temporada y patata. En SoulKitchen (mi primer blog) publiqué la receta del frito de asadura. Para los que estén interesados en esta receta, pueden acceder a ella a través de este enlace.

Sobre el frito mallorquín vegano
Para variar, este es otro de los ejercicios de final de curso de Rouxbe. Como ya comenté por ahí, uno de los últimos temas era el desarrollo de nuevas recetas utilizando otras como base. En este caso, nos dieron un “tempeh hash” basado en el perfil de sabor del tradicional picadillo mexicano. Como la cosa iba de “picadillo”, patatas de base y cocina tradicional, se me encendió la bombilla y la idea de veganizar el frito mallorquín tomó forma en mi cabeza.
El reto de esta receta era dotar de sabor al tempeh. Para ello, lo infusioné en un caldo de shiitakes secos, canela y pimienta blanca para darle un toque que recordase a la cocina mallorquina (concretamente, al butifarrón y camaiot, dos embutidos característicos de la isla que también se preparan durante la matanza del cerdo y van aromatizados con canela).
El resultado fue realmente extraordinario, y eso que se me olvidó poner los ajos! Salen cuatro platos majos que pueden utilizarse como plato único o combinado con una ensalada o crema de verduras.
Variantes y posibilidades del frito vegano
Además de prepararlo como parte del repertorio culinario habitual, es una buena receta para cuando tienes gente a comer o cenar en casa y el rollo va de “que cada uno que traiga algo”. Esto es así porque sale cantidad suficiente para hacer platillos más pequeños para un picoteo y es fácil de transportar en un recipiente hermético (además de que está riquísimo, qué narices!!)
Ni que decir tiene que este plato se puede preparar con otra fuente de proteína (animal o vegetal). Mi madre suele hacer el frito con pollo, pero además de sepia (o pescado), puedes utilizar arroz integral, legumbre o tofu firme. Evidentemente, tendrás que obviar el paso de infusionar la proteína de elección, excepto con el tofu, aquí mi recomendación es que también lo infusiones para que coja sabor.
La receta no es difícil aunque sí un poco laboriosa, pero estoy segura de que no os arrepentiréis si la preparáis. Contadme en los comentaros, anda… 🙂
Gracias por leer,

- 250 g tempeh
- 750 ml de agua
- 1 rama de canela
- 5-6 granos de pimienta blanca
- 3 setas shitake secas
- 3 patatas medianas peladas y cortadas en dados
- 100 g de guisantes congelados
- 1 pimiento rojo pequeño cortado a dados
- 2 alcachofas cortadas a tiras (como no estábamos en temporada las he utilizado en conserva)
- 1/4 de coliflor con las flores separadas
- 2 cebolletas picadas
- 3 dientes de ajo
- 5 cucharadas de aceite de oliva
- 3 hojas de laurel
- 3 guindillas cayena
- 1 manojo de eneldo picado
- Sal
- Pimienta negra
- Preparar el caldo poniendo la canela en rama, los granos de pimienta blanca y las setas en agua. Llevar el líquido a ebullición y mantenerlo a fuego medio durante 10 minutos. Apagar el fuego y dejarlo infusionar 10 minutos más. Colar y reservar el caldo.
- Poner el caldo en una olla e incorporar el tempeh. Llevar a ebullición y dejar hervir a fuego lento durante 20 minutos.
- Mientras tanto, preparar las verduras.
- En una sartén grande, calentar 3 cucharadas soperas de aceite y añadir las patatas, junto con las cayenas, los ajos y la hoja de laurel. Cocinar 10 minutos a fuego medio hasta que las patatas se empiecen a dorar. Añadir las cebolletas y cocinar durante 5 minutos.
- Añadir la coliflor y cocinar durante otros 7-8 minutos a fuego medio. Añadir el pimiento rojo y cocinar unos 5 minutos. Añadir los guisantes y la alcachofa. Cocinar otros 5 minutos más o menos. Apagar el fuego y reservar.
- Cuando el tempeh está listo, sacarlo del caldo y trocearlo a dados. Añadir el aceite restante a una sartén y saltear hasta que se empiece a dorar. Añadirlo a la picadillo de verduras.
- Encender el fuego y cocinar de nuevo el picadillo de verduras junto con el tempeh a fuego alto durante 3-5 minutos. Rectificar de sal, pimienta y añadir un manojo de eneldo picado. Apagar el fuego y dejar reposar unos 10 minutos.
- Servir caliente con un chorrito de aceite de oliva virgen extra.
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1 Comentario
¡Qué buena idea! De esta semana no pasa probarlo en casa 🙂 ¡Gracias!